viernes, 13 de diciembre de 2013

Soledad por Marlene Gracia


Ellos compartían algo,
ella nunca lo acepto,
pero compartían algo más fuerte que el amor.

El sufrimiento pasado los unía,
fingían sonrisas:
para sanar la herida;
olvidar el dolor;
poner fin a la oscuridad de sus vidas.

Vivir sin vivir,
estaban muertos por dentro,
unieron noches eternas para sentir compañía  
aunque sabían, que su única pareja
era su sombra misma.  

viernes, 22 de noviembre de 2013

Pensamientos del multiverso


Alguna vez he pensado en que cada individuo se construye de distintos mundos, y esos mundos no viajan más allá del interior. En nuestra cabeza existen millones de mundos que viven y evolucionan constantemente, pero nunca se encuentran. La mente de cada uno es un universo distinto; y ni siquiera nosotros podemos conocer la mente propia por completo. Existen mundos que están más allá de la comprensión humana pero que su existencia es tangible. Esos mundos se presentan como pensamientos que constantemente fluyen y la mayoría del tiempo ignoramos. Y esa es la prueba tangible de que nunca pensamos realmente en lo que llevamos dentro, porque esos mundos nos rigen a pesar de ser ignorados. ¿Por qué no prestarles atención de ves en cuando? Escribir pensamientos en serie; que a la mente común no parecen relacionados, pero lo están. Quizá estos mundos que intento plasmar no son así realmente, pero así los encontré; en una escena determinada que no vuelve a suceder, pero se repite cada ocasión que alguien lee una de estas historias. No son las historias que se rigen por nuestras acciones y relaciones con el resto de la humanidad. Son aquellas historias de los mundos que viven en nuestra mente y que son independientes de nuestra persona.

martes, 22 de octubre de 2013

Sueño de objetos


Me levanto ante el sonido del despertador que me grita repetidamente la frase: “¡Despiértate holgazán!”. Estiro mi mano y oprimo el botón de apagar y me levanto como siempre, con el pie derecho primero. La cama me desea un buen día y no me dirige ni una palabra más. Camino de una forma que parece automatizada hacia el closet y elijo la ropa para el día: jeans, camiseta y tenis. Me despejo de mi pijama y me visto, salgo del closet, me dirijo hacia el lava manos y tomo el jabón. Este me habla quejándose “Por favor vete, déjame en paz. ¿qué no ves que ya me queda poco y me sigues desgastando? Déjame vivir.”  Sufro al escuchar su lamento, pero aun así lo remojo y me lavo la cara, como cualquier otro día. Bajo a la cocina y me preparo el desayuno, unas quesadillas estarán bien para hoy. Termino, me levanto de la mesa y llevo el plato al fregadero; y este con un tono sarcástico me dice “Que sorpresa, otro día más en el que me dejas aquí y no me limpias.” Lo ignoro y voy de nuevo a mi cuarto para lavarme los dientes. Tomo el vaso y lo lleno de agua, después el cepillo y le embarro la pasta, mientras este me grita “¡Arde! ¡arde!”, de nuevo ignoro los gritos de mi objeto y procedo a utilizarlo como un día común. Me miro al espejo y este me observa, en silencio, como si nos analizáramos el uno al otro. Tomo mi mochila, que también se queja, “Cada día siento que voy a morir, no puedo cargar tanto. Y tú me tratas como burro de carga.” La ignoro y salgo de la casa rumbo a la parada del camión.

Me alegro de salir de la casa, quizá son solo los objetos de hogar los que me gritan y se quejan; probablemente ya puedo descansar aunque sea unas horas mientras estoy en la escuela. Llego a la escuela, camino hacia el salón, entro y me siento en el escritorio de silla celeste de siempre. Este me saluda “Hola, que gusto verte.” Le respondí amablemente con un buenos días, y pensé que al fin encontraba objetos amables ¿o tal vez adiestrado para ser así? Realmente no lo sé, mejor era quedarme con la idea de que era bueno a diferencia de los otros. El día en la escuela es normal, compañeros y objetos me saludan amablemente. ¿Acaso los objetos, como nosotros los humanos, están adiestrados para ser buenos en publico, pero manifestarse cuando están en un espacio más intimo? Probablemente. Termina el día y de nuevo voy hacia el camión y regreso a mi casa, como cualquier otro día.

Esta vez no quiero comer, me dirijo a mi cuarto directamente. Me siento en el escritorio y este me dice animoso “Listos para trabajar.” Le sonrío y saco mi laptop; y esta amablemente me dice “¿En que trabajaremos hoy?”. Le respondo: “Un poco de tarea de cambio climático, tenemos que investigar.” Procedo a terminar mi tarea, después a distraerme un poco en el internet hasta que da una hora apropiada para tomar un baño. El shampoo se queja cuando lo aplasto y el jabón se disgusta de tener que recorrer todo mi sucio cuerpo. Salgo y tomo la toalla, que también se queja por tener que recorrer mi desnudo cuerpo. Bajo a cenar y se repite la rutina del desayuno, hasta que me veo en el espejo y me dice: “Te verás y te veré hasta mañana, buenas noches.” Me dirijo a mi cama para ya dormir y me quedo pensando en el ultimo deseo del día anterior. Ayer desee poder escuchar a los objetos para charlar con ellos, no resulto bueno, hoy deseo que se callen y que mañana pueda escuchar a los vegetales y conversar. “Buenas noches” me dice la cama y me quedo dormido.

Despierto. Resulta que todo fue un sueño de los objetos. 

jueves, 10 de octubre de 2013

Mirada tierna

Mirada tierna
Adorable sonrisa
Románticos momentos
Labios dulces
Encuentro con el amor verdadero
Natural hermosura
Espontanea alegría al tenerte a mi lado


Son así los momentos al verte, al tenerte cerca acariciando tu cabello y besando tus labios dulces, esos momentos en los que mi felicidad no se puede explicar y que me hacen decir con total seguridad que te quiero a mi lado por siempre. Te amo

martes, 1 de octubre de 2013

Sombras


Estamos caminando sin rumbo alguno; en el vacío. Por la calle que recorre la ciudad, de la plaza hasta el muelle. Un camino como si fuera un viaje hacia el pasado. Cada paso nos trae nuevos recuerdos a ti, a ella y a mi.

En el primer paso volteas hacia la lámpara de gas, aquella que nadie sabe cuando llegó, pero siempre ha estado ahí. Recuerdas aquella noche de lluvia, cuando te presenté a Miranda y te despedías de ella con un beso apasionado pero sin sentimiento, mientras yo esperaba en el auto para no empaparme. De pronto su presencia se volvió una sombre bajo la lámpara. Cuatro pasos más y seguimos siendo sombras; sigues buscándonos.

Quinto paso, llegas a la entrada del café; donde hace algunos años nos conocimos mientras esperábamos encontrar a aquella mesera de ojos azules que enamoraba a los hombres. Creo que era por eso que ese café estaba repleto de ellos. ¿Aun recuerdas nuestra conversación? Un saludo, una pregunta de procedencia, miradas hacia la ventana esperando ver más allá de la niebla y miradas hacia el interior del café esperando ver a la mesera. De pronto volteas a ver hacia la silla donde me encontraba y ya me había convertido en sombra.  Diez pasos más, seguimos siendo sombras; sigues buscándonos.

Quinceavo paso, te encuentras con aquel viejo Mercedes-Benz que se encuentra estacionado eternamente, nadie conoce a su dueño ni se atreven a preguntar. Recuerdas como nos encontrabas a Miranda y a mi charlando sobre política y música. Recuerdas la rutina del Mercedes: interrumpir nuestra conversación, llevar a Miranda al callejón de enfrente y derrochar la pasión sin sentimiento. Vuelves al Mercedes, donde yo siempre los esperaba, pero ya me había convertido en sombra. Vuelves tu mirada hacia Miranda, otra sombra. Veinte pasos más, seguimos siendo sombras; sigues buscándonos.

Treinta quinceavo paso, llegas al muelle donde solíamos pescar y de pronto saltarnos a nadar. Recuerdas dos sombras, la de él y la de ella, acompañando tu presencia. Te acercas al mar, sientes la brisa y das un salto. Te hundes entre sus sombras. Las sombras quedan ahí, en los lugares donde las dejaste; pero tú y tu sombra no están. Te hundes en el agua, mientras el recuerdo de las sombras se desvanece.  

martes, 17 de septiembre de 2013

Detrás

Nos encontramos.

Detrás de los instantes del cajón,
del joyero que guarda recuerdos.

De un ropero,
un espejo,
un sofá.
Detrás de:
una pintura;
de frutas tal vez.

Detrás de los momentos del olvido.
De los besos y las caricias;
aquellas que fueron nuestras
y que hoy, son del joyero.

Detrás del viento del cerezo,
de una canción y una estrella
que tararea esa melodía.

Tal vez... detrás de
una banca en el parque,
un puente en el río,
un joyero en la recamara.
De un sol que se esconde,
detrás de la nube.

O quizá, detrás de un sofá...
en la oscuridad de la sala.

Escapamos.

viernes, 21 de junio de 2013

A veces

A veces mi mente viaja
más allá de lo imaginable;
al futuro para verte
a veces conmigo, otras junto a mí.

A veces nuestras miradas se encuentran,
al igual que el sol y la luna en el solsticio.
A veces nos miramos fijamente
y recordamos para que nos encontramos.

A veces cuando nuestros labios se unen
se desaparece el mundo a nuestro alrededor
y como un sueño sobre nubes
volamos a lugares desconocidos.

A veces el fuego es eterno,
y la noche fugaz
puede más…

A veces cuando te escucho,
mi mente viaja…

más allá de lo imaginable.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Luna


Estas lágrimas insomnes me consumen ante tu ausencia,
estos cráteres de luna azul y roja
de la noche de sombras iluminadas.

Y la voz de un ave me llama:  
-No volverá más -me dice.
Los árboles me hablan de tu partida,
y esa luz que antes gritaba
se encuentra callada.

Hoy, solamente la luna permanece.