lunes, 21 de mayo de 2012

Vida


14 de Abril
Querido Lector,

Te invito a que hoy despiertes amigo mío, que abras los ojos a la realidad. Que descubras el verdadero sentido de la vida, que encuentres aquello que tenemos los seres humanos en común. ¿qué haces tú, que también hace aquel vagabundo que ves todas las mañanas al dirigirte a tu trabajo? Quizás pensaras que no hacen nada igual, que no tienen nada en común. Estás equivocado amigo mío: tu, yo, aquel vago que encuentras en el camino, tu vecina, esa joven a la que deseas, aquel compañero de trabajo a quien odias, ese político corrupto… todos tenemos algo en común. Podría revelarte la verdad, pero dime: ¿ya lograste averiguarlo, que tenemos todos en común? Yo se en que piensas. Soy un loco al poner a todos los hombres al mismo nivel, no soy loco, soy realista…conozco la verdad y quiero compartirla al mundo. 

Tu, yo, aquel, todos…tenemos un día a día en común, regido por aquellas básicas acciones del hombre: vivir, respirar, despertar, comer, beber, mendigar, pensar, soñar, admirar, creer, escuchar, imaginar, dormir….un ciclo repetitivo hasta llegar a la acción final de todo ser humano: morir. ¿Aun me crees loco? Quizás si, pero aun así no me importa. Solo quiero que continúes leyendo.

Continuas leyendo…aunque te preguntas el por que de seguir con tu lectura a esto. Aquí te lo planteo en tres opciones: ya comienzas a creer lo que te digo, no comprendes y quieres comprender, o simplemente quieres poder burlarte de lo que te digo. Elige, yo no se y jamás sabré tu razón para continuar leyendo. Es que la verdad no me interesa saber. Solo quiero darte a conocer la verdad. Que todos los seres humanos somos completamente iguales. Y no solo los seres humanos, sino también los animales, las plantas, los recuerdos, los sueños e incluso ese monstruo de las historias que te contaban de pequeño para asustarte o el héroe que daba un final feliz a esa historia. Todos esos seres reales e imaginarios. Criaturas, creaturas y creaciones de la mente comparten las mismas características. Esa es la belleza del mundo, todo lo que existe y lo que no, se rige bajo ciertas normas las cuales pertenecen a todo y a nada. 

¿Aun no me crees? Pues con tu pensamiento común que se basa en las ciencias y los hechos objetivos, jamás lo harás. Necesitas salir de ese circulo vicioso, pensando así jamás encontrarás la verdad de la existencia, del por que las cosas son como son; la verdad de todo y de nada. Solo hay una manera de conocer esta verdad, y cuando la descubras sólo tu la entenderás. Porque no encontrarás manera de difundirla, pero si el secreto para encontrarla. El secreto es simple: siéntate, escribe e imagina. Y cuando comiences a crear esos mundos fantásticos, esos personajes que surgen del inconsciente, esos mundos, temas y situaciones que parecen imposibles para el mundo real. Cuando eso suceda, conocerás la verdad…de todo y de nada. ¿O acaso leyendo podrías encontrar la verdad?, no lo sé…pero te invito a descubrirlo. Lee esta pequeña novela, y respóndeme si encontraste o no la verdad. Y si llegas a escribir algo, quiero leerlo amigo mío, quiero saber si me has logrado comprender o sí simplemente me mandaste por un tubo.

Tu amigo,

En un lejano lugar de la Mancha… ¿o quizá era en los alrededores de la ciudad de Madrid? No lo recuerdo. De lo único que estoy seguro es que era una región española. Un hombre se aventuraba lejos de su casa buscando algo de diversión. Había salido a cazar, algo que jamás había hecho, y por alguna extraña razón hoy lo hace. Lograba observar un ciervo a unas doscientas yardas de distancia. Preparaba su rifle. De pronto un estruendo se escucha y el ciervo cae al suelo. Había atinado de solamente un tiro, un tiro perfecto. Caminó hasta el cadáver del ciervo para ver que tanto daño había hecho la bala, quería disecarlo. Estaba perfecto. Se lo llevó, tenía su primer trofeo de cacería. Aunque no sabia por que había decidido ir por él. Simplemente lo hizo. Hoy en día recuerda a su acompañante que le aconsejaba en la cacería. Un joven hidalgo de la región de la Mancha que lo había acercado a la cacería, por eso había ido a cazar. Ahora lo recordaba todo. Ese joven hidalgo, lector de mágica aventuras, lo había cambiado. Este hombre no volvería a ser el mismo….había encontrado un nuevo camino en la vida, una verdad que jamás hubiera encontrado…Y hoy, algunos años después…se dedicaba escribir estas memorias. Memorias que ahora olvida; que ya no recuerda. Se olvida de todo, el mundo se desvanece ante sus ojos…unas últimas palabras que dedicaba a su acompañante, quien le había enseñado el camino de la vida, unas palabras a ese joven hidalgo que crecía en aquel lejano lugar de la Mancha.    







miércoles, 25 de abril de 2012

Imponente e impotente


Hombre nacido en Alemania de ojos azules, cabello rubio casi dorado. Ambicioso por el poder que ganaba con el simple hecho de hacer presencia en todo lugar. Siempre vestido de negro, en ocasiones de café, para demostrar su poder. Infunde respeto, demuestra fuerza. No solo con el habla, pero con el cuerpo. Era hombre grande de dos metros y medio y un equilibrio que rompía todas leyes de la humanidad y la física. Músculos completamente grandes, y cada día creciendo mas. Quizás había quien le faltara al respeto por su tono tan pálido de la piel, sin exposición al sol. Pero todo aquel que osaba realizar este acto de valentía en contra de el era porque ahí terminaba su camino de la vida.  

Llega un nuevo día. Se levanta, se alimenta. Los músculos ya no encuentran la misma resistencia, crecen, pero no resisten. El cabello rubio casi dorado se vuelve gris casi blanco. Los ojos azules pierden el brillo imponente, y su gran tamaño disminuye poco a poco a lo largo de los días. Así como disminuye el respeto infundido e impuesto. Todo alrededor de él cambia. El respeto comienza a perderlo y no puede retomarlo. La piel pálida se vuelve casi transparente. Se encerró en su habitación para no ser expuesto al ridículo, pero sabía que algún día alguien tendría que observar el cambio y hacerlo saber al resto.

Los músculos de nuevo crecen, tensando los huesos, y los revientan. La fragilidad que parecía inexistente en ese hombre, nace. Ahora pierde; se recae. Termina perdiendo todo poder: la razón y su estilo de poder. Se vuelve un hombre pequeño, huesudo, ojos oscuros. Con un estilo igual al resto. Se pierde todo lo que había ganado. Toda razón de existir para un hombre de poder, ya no encuentra sentido. Se integra a la sociedad y sufre el rechazo. Su actitud que solía imponer, hoy ruega por perdón, buscando ayuda de aquellos a quienes alguna vez hizo sufrir. 

martes, 24 de abril de 2012

Sueño


Abro los ojos, no reconozco donde estoy. Estoy un poco confundido, recuerdo haberme acostado en mi cama; haberme echado a dormir. Escuchaba extraños sonidos, aquellos que te recuerdan al mar. Sentía una suave brisa que rosaba mi cuerpo y mi alma. Llegaba una gran tranquilidad a mi ser, a pesar de no entender lo que sucedía ni el lugar en donde estaba. Poco a poco recupero completamente la conciencia. Me levanto. Miro hacia el horizonte, como lo había pensado por aquella brisa que sentía, estaba en el mar. Estaba en el lugar indicado, en el momento indicado. Estaba en una playa en el atardecer, un bello atardecer de verano.

Observé plácidamente aquella bella escena ante la que me encontraba. En ese momento no tenía importancia el mundo. De pronto algo rosó mi pie, salí de mi trance. Un cangrejo corría rápidamente a esconderse. Lo seguí con la mirada hasta que llegó a un hoyo en la arena. Vuelvo a observar el ocaso. Al poco tiempo alguien me toca en el hombro. Era aquella mujer de cuarenta y tres años que viajaba conmigo en el avión de camino a Brasil.

           ¿Qué ha pasado?
           El avión se cayó, ayúdanos a buscar sobrevivientes o provisiones.
¿Dónde estamos?
No sabemos…
¿Cuántos somos?
Contigo somos tres.
¿Tres?
Sí, tres.
Que extraño.
¿Qué?
Nada.

Era decepcionante saber que ya no podría llegar a mi destino que tanto había esperado. Ahora pensaba en mis padres y mis amigos. Todos esperaban una llamada mía en cuanto aterrizara mi avión en tierras brasileñas. No podrán recibir la llamada, incluso puede que jamás vuelvan a saber de mí. Aunque ahora que lo pienso, no me importa. La meta de este viaje era alejarme de todo; salir de mi realidad, de mi rutina. Ahora estoy perdido en medio de nada. Aquí ya mi pasado no importa.

Caminé por la playa tranquilamente, siempre cerca de las ruinas del avión para aparentar una búsqueda por algo que sabíamos que no estaría ahí o quizá ni siquiera existía. El otro sobreviviente, un joven de apariencia alemana de alrededor de veintitrés años, me observaba. De pronto empezó a caminar acercándose a mi. Lo escuché gritar, no entendí lo que decía. Se acercó un poco más, ahora si lo escuchaba claramente. Era un perfecto español.

           Amigo, ven acá. ¿Has encontrado algo?
           No, no hay nada que nos pueda servir.
           Busca con cuidado. Debe haber algo.
           No hay nada.
           Entonces… busca o ¿es que acaso no te importa morir?
Me da lo mismo. No importa que tanto nos esforcemos buscando, si no morimos de hambre moriremos de fatiga.
¿Cómo piensas de manera tan negativa?
No soy negativo. Soy realista.

No sé que se quedó pensando, simplemente se alejó de donde estaba yo. Noté que caminaba con un ritmo distinto al anterior. El trayecto en el que acercó hacia mí se notaba el optimismo en sus pasos, pero ahora que se alejaba se podían observar pasos deprimentes. Comenzaba a ser realista. Nuestro realismo era deprimente; desesperanzado y solamente llevábamos algunos minutos en aquella playa desierta. Quizá yo estaba en lo correcto e íbamos a morir, pero siempre existía la posibilidad de que al otro lado de la isla pudiéramos encontrar algo de civilización. Pero en esta situación siempre es mejor pensar lo peor. Me acerqué a la mujer para preguntarle más cosas sobre lo sucedido.

            ¿Cuánto tiempo llevamos aquí varados?
            Llevamos aquí tres horas.
            ¿Cómo sucedió el accidente?
            No lo sé.
            Buenos….gracias.
            De nada. Y sigue buscando cosas que nos pueda servir.

Comencé a caminar lentamente, buscando de nuevo el punto ideal para sentarme a observar el horizonte, aquel bello cielo nocturno del mar y la playa. De pronto escuché un tosido. Había sido la mujer, pero no me preocupé porque uno tose de vez en cuando. Pero de pronto se escucho uno, dos, tres, cuatro tosidos. De pronto un quinto en el que escupió sangre. El joven se acercó rápidamente a ayudarla. La mujer soltaba quejidos penetrantes al oído. Yo simplemente observaba, la verdad no me importaba lo que le estaba pasando, sólo tenía curiosidad de lo que pasaba. De pronto la mujer se desplomó. Me acerqué tranquilamente a donde estaban la mujer y el joven sosteniéndola en brazos llorando.

           ¡Ha muerto! ¿Cómo puede ser posible? ¿Cómo pasa esto?
           Ya le tocaba…
          ¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo eres tan cruel?
No soy cruel. Soy realista. Nosotros también moriremos, para eso estamos aquí, para morir. 
Podemos ser rescatados. Lo sabes.
Aunque seamos rescatados moriremos, para eso estamos aquí, para morir.

Bajó la cabeza para observar el cuerpo sin vida de la mujer. De pronto dirigió su mirada hacia mí. Había un cambio extraño en él, ahora se notaba odio en su mirada. Le di poca importancia, podía odiarme, la verdad no me afectaba. Me di la vuelta para regresar al lugar en donde estaba y al momento de dar el primero paso escucho que el joven se levantaba rápidamente de la arena. Volteé enseguida. Corría hacia mí con una navaja en la mano, detuve el movimiento de su brazo con el que se aferraba a la navaja. Evité que me la encajara, pero no logre evitar la embestida. Sentí mi cabeza azotar contra la arena y al joven caer encima de mi…

Desperté.

lunes, 16 de abril de 2012

Muerte e impuestos

Naces. Llegas al mundo sin nada. Solamente respiras, gritas, lloras. Respiras para adaptarte a la nueva atmosfera; para sobrevivir. Gritas por la desesperación, no quieres salir. Sales. Quieres volver.  Lloras porque sabes que llegas a un mundo donde lo unico que te espera por asegurado es la muerte. No encuentras el sentido de venir a la vida, no te importa como vas a vivirla, porque al final del camino todos tenemos el mismo destino. La muerte.

Creces. Aprendes cosas nuevas. La vida te enseña que vale la pena conocer la experiencia. Comienzas a olvidarte de tu destino. Crees en cosas nuevas y falsas. Temporales y atemporales a tu ser. Ignoras a la muerte. Piensas en tener solucionado el camino. Crees en la falsedad de la herencia, y la predestinación. Te levantas cada mañana a leer el horóscopo. Todo perfecto. Positivo para otro buen día. Solamente te suceden cosas buenas o por lo menos eso te dicen, en aquella burda y falsa predicción.

Te das cuenta de que todo se torna en tu contra. Que te hace falta vivir. Comienzas a perder lo ganado. Ha llegado el tiempo. Recuerdas el día en que naciste. Sabías que había algo seguro al final del camino: la muerte. Pero no sabía de aquello que también iba a suceder a lo largo de la vida. Quisieras o no que sucediera. Llegan a ti los impuestos. 

Ya no crees en nada. Te caes. Te derrumbas ante el primer golpe casi mortal de la vida. Sufres porque no habías previsto su llegada. Lo pierdes todo. Tu buena vida, supuestamente bien trabajada, se pierde en pocos instantes. Ya no puedes contigo. Con la vida. Te adelantas a todos. Apresuras el camino. Te llevas a ti mismo al final. A la muerte. Caes. Rendido porque sabes que no has podido vivir con la carga del destino. Las dos cosas que son seguras en el futuro, en la vida. Muerte e impuestos.      

jueves, 12 de abril de 2012

Arena y reflejo

Perteneces a la arena eres igual al resto, no sabes diferenciarte. Siempre hablas de estar harto de la rutina que quieres salir de ella. Cada día dices lo mismo. Ese odio a la rutina se ha convertido en la tuya. Eres el reflejo de la sociedad, de las clases, de todos los grupos. Siempre intentando adaptarte al grupo rebelde. No dejarás la rutina. Siempre pertenecerás a ella. Hoy eres y siempre serás el reflejo de lo mediocre, de lo mundano, de lo inservible para este mundo. Eres uno más y solamente eso. No te atreves a hacer un cambio por ti, por sobresalir. Eres un grano más del montón. Me dices que sobresales que tienes a gente trabajando para ti, pero sabemos que todos los días haces lo mismo. Que tu día a día no cambia. Eres arena. Eres reflejo. Eres arena y reflejo de la sociedad.

lunes, 9 de abril de 2012

Caminamos

Caminamos por la arena junto al mar. Tomados de la mano. Soñando que el tiempo es eterno y no nos separamos. Volteas a ver el ocaso. Suspiras y observas detenidamente el mar. No reaccionas a mi llamado. Volteo a ver el mar. Se seca a nuestros pies. Ahora lo que solía ser mar es desierto. Seguimos tomados de la mano. Caminamos hacia el sol, sobre lo que antes era mar y hoy es solamente arena. Nuestros pasos se marcan en la arena y me preguntas hacia donde vamos. Te respondo que a ningún lado. Caminamos sin dirección ni destino. Solamente, caminamos. Volteamos hacia el este para ver una escalera con dirección a las estrellas. Me dices vamos. Yo te acompaño. Subimos escalones, creo que ya llevamos cincuenta. Seguimos avanzando. Adelante se observa un bosque, parecido a aquellos que se encuentran en las faldas de las montañas. Sigue habiendo escalones. Seguimos subiendo. Llegamos a lo que parece ser la cima de una enorme montaña. Pero sigue habiendo escalones. Y nosotros caminamos. Me preguntas que cuantos escalones hay. Te digo que hay escalones sin cuenta. Son infinitos. Me dices que te cansas, pero no quieres descansar. Quieres llegar a las estrellas para que ahí encontremos la vida eterna. Para que nos alejemos de la muerte. Y permanezcamos juntos para siempre. Ves hacia adelante. Los escalones terminan. Llegamos a la estrella más brillante. Caminamos hacia ella. Nos perdemos en su luz. Haciendo que nuestro amor se funda. Haciendo que nuestra unión sea para siempre. Para que de mi lado no te vayas. Cumpliendo lo que habíamos soñado mientras caminábamos. 

sábado, 7 de abril de 2012

Juego

Me tientas a jugar contigo al amor. Te ignoro. Me insistes. Quieres que juegue, no solo al amor, sino a la vida contigo. Te miro. Vaya error mío. Penetras tu mirada en mis ojos. Me controlas. Me vuelves a invitar al juego. Ahora acepto. Mi vida se convierte en un juego. Un juego de azar. Me convierto en una de tus cartas. Estoy indefenso. Caminamos tomados de las manos. Todos nos miran. Unos se ríen de mi. Saben lo que me espera. Saben que eres buena recolectando cartas y hombres para tus juegos, pero los desprecias pronto. Eres jugadora. Juegas con la vida, con el dolor, con la mente, con el amor, con el corazón. Eres jugadora cruel. Maltratas a la mente, al corazón, a la vida de tu acompañante jugador. Yo lo sé y aún así no me alejo de ti. Me retienes. Me pierdo ante el mundo. Ya no me reconocen. Ya no me reconozco. Ya no soy yo. He caído ante el juego. Tu juego.