martes, 19 de abril de 2016

Hoy

He estado pensando que somos seres tan complejos y tontos. Buscamos todo en la complejidad de sentimientos evolucionados y objetos inanimados, pensando en que la felicidad nace de lo que uno obtiene. La felicidad nace de otros lugares.

Lugares que se encuentran más allá de nuestro alcance, pero al mismo tiempo a una sonrisa de distancia. Tan cerca de nosotros y no nos damos cuenta. ¿Para que buscar la felicidad en aquello que al final de nuestros días nos la quita? Hoy puedes decir que eres feliz, pero al final, cuando ya no tengas nada sabrás que nunca lo fuiste.

La felicidad es poder abrir los ojos al inicio de cada y sentir las caricias del sol en tu rostro mientras las aves cantan. La felicidad es un abrazo del viento que te hace sentir libre de todo pecado y el paseo de las nubes que te cubren de la ignorancia de un mundo que depende de todo menos el ser feliz.

Hoy ya no disfrutamos de aquello que viene de la Tierra para hacernos felices, incluso, ya no lo vemos. La humanidad no se toma el tiempo de apreciar todo aquello que es perfecto porque no fue creado por el hombre.

Ya no nos dedicamos a caminar bajo la luna mientras las estrellas rechiflan y nos susurran los secretos del universo y el aroma del césped llena nuestras almas de vida. Nos olvidamos de aquellos instantes perfectos y que son indestructibles. Hoy, no somos felices.

Ya no conocemos lo que es la verdadera conexión humana. No disfrutamos aquel intercambio de miradas y sonrisas tan puro e inocente que nos da el primer instinto; la primer imagen de una persona. No comprendemos que las palabras son el arma más poderosa y que un abrazo es su aliado perfecto. A veces no entendemos ni conocemos aquello que es la felicidad.

Estamos destinados al abandono de la vida misma. Podremos respirar, hablar, mirar, oír y tocar; pero cada día de nuestras vidas que pasa en esta sociedad putrefacta perdemos la noción de oler, conversar, observar, escuchar y sentir. Ya no somos capaces de sentirnos parte uno del otro y nos aislamos en una vida repleta de aparatos que atascan nuestra vida de procesos sistematizados y que le arrebatan a la humanidad esa esencia distinta.

Hoy, somos felices porque alguien lo dicta. Un papel o una máquina. Aquel de un valor inventado y que realmente no sirve o aquella caja que transmite imágenes y supuestas sensaciones. Todo eso es falso y aun así rigen la esencia perdida de la humanidad.

Hoy, no sentimos, no vivimos, no somos felices.
Hoy, una sociedad putrefacta es controlada por valores ficticios y mentiras.
Hoy, pocos quedan que realmente conocen la felicidad.

Mañana, nadie será feliz; nadie tendrá la capacidad de vivir.

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